lunes, 19 de enero de 2009

Medio año escondido

No escribo en nuestro blog desde hace seis meses. No entiendo el por que. Todas las semanas se me iban ocurriendo ideas sobre las que discurrir, nueva música que comentar y analizar, y otra que terminar por descubrir. Tenía pendiente la segunda parte de los cameos musicales en Los Simpson, y la tercera sobre las payasadas de Dave Grohl.

No he sido capaz de nada durante este tiempo. Dentro de una semana es mi cumpleaños. Definitivamente el tiempo pasa, de manera irremisible y para todos. He cambiado de trabajo, de ciudad de residencia, y para colmo, multiplicado por dos. Actualmente, me debato sobre mi futuro, mi plan de vida. Pero claro, gracias a Dios la música continua, no cesa. Es como el libro que te espera en la estantería hasta que decides volver a leerlo. La música tiene una fuerza que sobrepasa culaquier obstaculo en el camino, es el reflejo de que todavía permanece algo vivo en ti.

Podría hablar de muchos artistas que me han acompañado durante estos últimos meses. No obstante, me voy a centrar en los más relevantes. En los que han marcado un punto de inflexión y han conseguido que por momentos te evadas y nades en oceános invisibles e inalcanzables.

Hablo del power-pop de los Chevelles. Guitarras y melodías que guardan el sol omnipresente de las antípodas, demostrando que muchas veces la grandeza se obtiene con la sencillez. Hablo de la nostalgia mediterránea y el sabor hogareño de Les Philippes, banda catalana con gusto por los juegos vocales y las historias cotidianas. No me voy a olvidar del maestro Burt Bacharach, a quien he descubierto esta temporada. Canciones clásicas que evocan un pasado elegante y creativo y que ha marcado en muchos aspectos el futuro de grandes formaciones.

Desde Escocia, me llegó otro de los albumes claves del pasado año "Friday night lights" de Attic Lights. Un cóctel de lo mejor de Beach Boys, sus compatriotas Teenage Fanclub y Nada Surf. Una mirada diferente a la actualidad musical de las Islas Británicas directa al corazón y al deseo automático de levantarse y comenzar un nuevo día. Como lo es también, dos nuevas revelaciones de 2008: Fleet Foxes y el proyecto de un ex-Band of Horses, The Grand Archives. Ambos con origen en la gris y lluviosa Seattle. Todo lo contrario que su música, totalmente ajena al clima y sensación de la ciudad americana, cobrando protagonismo los himnos repletos de emotividad y optimismo como son "White winter hymnal" de los primeros, o "Index moon" y "Miniature Birds" de los segundos. Temas, estos dos últimos, que me dieron la calma, energía y visión optimista, que necesitaba en ese momento.

Termino con el apacible paseo por el parque que propone el australiano Bob Evans, la rabia y el mito de los Flamin´Groovies y el soplo de aire fresco y dulzura de Feist.

Espero que no vuelva a pasar tanto tiempo. Mientras tanto seguiré de algún modo sumergido en esa atmósfera de colores e historias ajenas a nuestro mundo.

jueves, 25 de diciembre de 2008

Feliz Navidad

Qué alegría.

Qué sorpresa.

Y qué gusto.

Ayer día 24 enchufé Radio 3 para ver qué regalo me tenía preparado nuestra emisora nacional de música para la Nochebuena.

Aunque había oído hablar del tema central de la última película de James Bond no había podido escucharlo todavía. Y entonces apareció en las ondas Jack White con Alicia Keys. Desde hace 24 horas no paro de escuchar "Another way to die".

Creo que no me aventuro demasiado si afirmo que esta canción opta tanto al Grammy como al Oscar.

Una vez más: grande Jack.

Y Feliz Navidad.

jueves, 4 de diciembre de 2008

Cinco píldoras de esperanza

El "anónimo" tiene toda la razón del mundo. Necesitaba un grito de este tipo para salir del letargo en el que estoy sumido. Es la vida en la ciudad. Es el virus social que nos aliena, que nos lleva a la nada.

Por eso, la música nos vuelve a rescatar. Nos da las alas para sobrevolar con la imaginación la urbe y volver a soñar.

Cinco discos me han hecho recuperar la esperanza.

1. Silversun Pickups: Carnavas.
Llevaba tiempo con ganas de hablar de este disco de hace dos años. No he sabido de su existencia hasta este verano, en el que el Pelícano me daba noticia de un single suyo: "Lazy Eye". Muy recomendable. Suenan a los Smashing Pumpkins del Siamese Dream. Si Billy Corgan hubiera seguido con su propuesta inicial, este disco llevaría seguramente su firma. Un regalo para los que crecimos con el sonido alternativo de los 90.
2. Smashing Pumpkins: Adore.
Curioso, ¿verdad? Añorando los Smashing clásicos y hablando sin embargo de los Smashing más experimentales. Disco del año 98, en el que no cuentan con su batería. Era un trabajo muy electrónico y de atmósferas. Nostálgico, siniestro, melancólico; pero sobre todo, precioso. Un disco para escucharlo con los ojos cerrados y evadirse de esta vida ajeteadra. No sé con qué canción quedarme... tal vez "Blank Page".

3. Guns and Roses: Chinese Democracy.
Hace unos días le comenté a un amigo que nunca más reconocería que había escuchado en mi vida a los Guns. Me daba vergüenza. Pero me he arrepentido. Leyendo el otro día una crítica en la Rock Zone de Jordi Meya, caí en la cuenta de que en realidad toda una generación habíamos enganchado con el rock gracias a los macarras más escandalosos de Los Ángeles. Axl Rose es un demente... y un genio a la vez. He escuchado algunas canciones en MySpace y no he podido reprimir la sonrisa. Esa sonrisa que te sale cuando después de unos años te cruzas por la calle con el alumno más desastre de tu promoción. Ese que la montaba todo el día, pero sin el que los días hubieran sido monótonos.


4. Franz Ferdinand: Tonight (Franz Ferdinand).
Solo he podido escuchar el single de adelanto, "Ulysses". Ya se ve que se les ha pegado algo de los Scissor Sisters. Más bailable y más desenfadado. Habrá que esperar a su lanzamiento de enero para poder valorarlo bien. Es mi gran esperanza para el 2009.

5. Eminem: Relapse.
No sé qué decir de este disco. Principalmente, porque solo he escuchado una canción suelta que no llega a los dos minutos. Parece ser que Eminem ha vuelto al hip hop más callejero, alejándose del comercial en el que se había sumergido. No sé. Lo que está claro es que ha regresado uno de los más grandes. Esperemos que en plenitud de facultades. Puede que sea este diciembre cuando lo comprobemos.


PD: Gracias, anónimo.


domingo, 12 de octubre de 2008

Lacie y Alibi

La Vida en la Ciudad nos engulle. Nos atrapa. Lo que provoca que a veces no podamos dar rienda suelta a nuestro lirismo. Eso explica que llevemos dos meses fuera de juego. Pero hemos vuelto. Esa es la mejor noticia.

La vida suele ser un renacer continuo. Algo muere; pero a eso le acompaña algo que nace. Me explico con dos historias que me han sucedido recientemente.

1. Lacie. Mi disco duro externo se ha convertido en uno de mis más fieles compañeros. En él se encuentra recogido mi saber musical. Si el muere, una parte de mí muere con él. Gigas y gigas de melodías. Este verano me ha dado algún que otro problema. Pero el momento fatal llegó hace nueve días. Lo fui a conectar y de repente dejó de respirar. Lacie no se movía. Olía a quemado. Temí por su vida. Al día siguiente lo llevé a una tienda de informática y crucé los dedos. Dos días después me daban el veredicto. Él no estaba afectado, pero su "caja" ya no servía. Sentí una mezcla de esperanza y alivio y a la vez una tremenda pena, porque tal vez ya no lo reconocería. 24 horas después estaba en la fila de la tienda. Estaba ansioso por recuperarle y ver su nuevo atuendo. Y entonces fui cuando le descubrí en la basura. Bueno, lo que descubrí fue su antiguo "vestido". Esa caja metálica diseñada por Porsche, tan elegante, tan excelsa. Ahí estaba. Rota y cubierta por ceniza del tabaco del dependiente. Había recuperado mi música, pero Lacie estaba muerto. Me lo devolvieron con su nuevo traje. Estaba confuso. Pero al conectarlo al ordenador comprobé que este lo seguía llamando por su nombre, por el nombre con el que yo siempre lo he conocido: Lacie. Algo volvió a nacer dentro de mí.

2. Alibi. Gracias a la música he cosechado grandes amistades. Una de ellas me ha dado una de las alegrías de esta temporada. Me llamó en verano y me contó que llevaba tiempo con un grupo de música y que la cosa estaba cogiendo forma. Yo le animé y le desee suerte. Hace unas semanas me contaba que iba a tocar su grupo en un encuentro en Pamplona de nuevos grupos. Creo que se llama actua2008. Fue el fin de semana pasado. Se llaman Alibi. No es fácil definir un grupo. Decir a qué suenan. Lo mejor es juzgarlo uno mismo. Por eso, recomiendo entrar en You Tube y buscar Alibi Mr Cool. Que cada uno opine. Ahora bien, lo que sí puedo decir es que en esos jóvenes se puede observar un montón de ilusión, frescura y, ante todo, actitud. No sé si algún día llegarán lejos. Lo que sí sé es que han dejado que dentro de ellos nazca una ilusión y por ahora han dejado que se ponga a volar. Suerte Alibi. Suerte Nico.


sábado, 16 de agosto de 2008

La música de los demás

Respeto. Esa es la palabra.

En este último mes he realizado dos viajes en coche con gente que me excedía notablemente en edad. Una de las opciones que se presenta es meter tu cd de varios y atronar los oídos del compañero de trayecto. La otra, hacer de tripas corazón y aceptar lo que te pongan. En las dos ocasiones accedí al gusto del otro.

En el primer caso, la persona que viajaba conmigo necesitaba, y así me lo manifestó, escuchar un disco de varios propio. Subió el volumen del reproductor de música y nos embarcamos en un viaje a lo más profundo de su persona. Sí, porque lo que había ahí contenido era el reflejo de muchos de sus años y de sus vivencias. Tuve que callar y admirar lo que era el interior de una persona. Él miraba por la ventana, evadiéndose de la cerrada estancia del autómovil. No sé a dónde viajó, pero se le veía disfrutar con su mundo interior. Yo me limité a respetar. Caí en la cuenta de que era pretencioso por mi parte intentar despreciar otros tipos de música. Como ya dije anteriormente, cada uno suena diferente. Eso es lo mágico que tiene la música.

En el segundo caso, yo no tenía música y el acompañante tenía 60 años. Buscamos por el coche. Y... sólo dos discos: Sting y Laura Paussini. Mi preferencia estaba clara. Como la suya. Me tembló la mano. Tuve que introducir el disco de la italiana. Debo confesar que, ante todo pronóstico, fue emocionante. Tiempo antes hubiera deseado quemar todos los discos de Laura, pero el momento nos elevó a los dos hasta cimas insospechadas de empatía. Qué cosas. Él cantaba; yo golpeaba acompasadamente el volante. El sonreía por fuera; yo por dentro. La música une.

Respeto. Esa es la palabra.

jueves, 31 de julio de 2008

Fiebre amarilla (I)

Los Simpson, la serie de animación más emblemática y duradera que ha habido y que habrá, por no decir una de las teleseries más importantes de la historia. Esta peculiar familia nos lleva entreteniendo durante cerca de 20 años, gracias al ingenio de su creador, Matt Groening, que con su sárcastica visión del american way of life, nos ha acercado a las costumbres y modo de vida de la típica familia estadounidense de clase media y de todo su entorno.


A medida que la serie se fue haciendo popular y la creatividad de sus creadores en aumento, comenzaron a aparecer nuevos personajes, y con ello cameos de celebridades del mundo del espectáculo como la música, cine o la política. Incluso llegó un momento en que fue una verdadera obsesión para muchas estrellas hacer aparición en algún capítulo de la serie, llegando, muchos de ellos, a ceder su voz para doblarse a ellos mismos. Esto no es más que un reflejo del éxito de Los Simpson en todo el mundo y de cómo sus episodios retratan situaciones tan cotidianas como surrealistas y en las que participan de manera natural y al mismo tiempo, personajes ficticios y reales.

Hoy en La vida en la Ciudad, hemos querido acordarnos de alguno de los cameos musicales más divertidos y célebres de la serie.

Comenzamos por los Ramones, una de mis bandas favoritas. Joey Ramone y los suyos hicieron una aparición estelar en la fiesta de cumpleaños del Sr. Burns cantándole el cumpleaños feliz, en una de las escenas más memorables y graciosas que recuerdo. Mítico el diálogo tras el show de los Ramones:

- Sr. Burns: Mande matar a los Rolling Stones
- Smithers: Pero Señor, ellos no son...
- Sr. Burns: ¡Obedezca!


Los Smashing Pumpkins también se vistieron de amarillo para el capítulo “Homerpalooza”, episodio en el cual se homenajeaba a aquel festival itinerante de música alternativa que fue “Lollapalooza”, tan popular en Usa durante los 90. Fue el comienzo de una gran amistad entre Homer y Billy Corgan. En ese mismo capítulo salían también, como parte del cartel del festival, los raperos Cypress Hill y el grupo Sonic Youth.

Continuamos con The Who y su aparición en el episodio “El cuento de los dos Springfields”, donde la ciudad de Los Simpson, como si fuera Berlín tras la II Guerra Mundial, se dividía en dos y los británicos daban un concierto en lo alto de la barrera fronteriza tocando clásicos de la banda como Won´t get fooled again o The Seeker.

Finalizamos con REM. Los de Athens tuvieron su particular cameo interpretando su fabuloso tema It's the End of the World As We Know It (And I Feel Fine) en el bar que Homer monta para competir con Moe y perjudicar su negocio. De hecho el capítulo se tituló “Homer The Moe”, y en él, Michael Stype y cia hicieron el doblaje de sus personajes.


Continuará.