lunes, 30 de junio de 2008

Pudimos

Tras el impacto que me ha producido la noticia de El Fabricante, hoy solo puedo hablar de una cosa, aunque no tenga mucho que ver con la música: España es campeona de Europa.

Parece mentira que esté escribiendo sobre esto, pero la emoción es tal que tenía que hacerlo constar en algún sitio, y que mejor que nuestro blog. Por fin España ha demostrado su verdadero potencial a todo el continente. Habían sido muchos años mendigando con la suerte de lado, y con los victimismos y los complejos por bandera.

Sin embargo en esta Eurocopa, la única bandera ha sido la rojigualda. Una bandera respaldada por un grupo de futbolistas unido e ilusionado como nunca y con el sueño de alcanzar la gloria de una vez por todas. Personalmente, creo que la clave ha residido en que nunca se han escondido, continuamente han apostado por el ataque, surgiendo la mentalidad ganadora y competitiva que siempre hemos envidiado de alemanes o italianos.

España es justa vencedora, y Europa entera ha sido testigo de ello. Ahora es necesario que se siga por esa senda y pasemos a la historia como una de esas selecciones que son siempre recordadas por su trayectoria, títulos y estilo patentado. Necesitamos ser una referencia, y el primer paso ya esta dado.

Para finalizar, creo que es preciso felicitar a la cadena televisiva Cuatro. No solo por todo el gran despliegue de medios y la perfecta cobertura de hasta el más mínimo detalle de la Eurocopa, sino por infundirle tanta pasión y dedicación a las retransmisiones e historias de la misma. Y como no, y conectando con el “objeto social” de La vida en la Ciudad, felicitarles por la creación del himno y el lema de España para la competición, podemos. Un tema épico y emocionante, que ha sido la banda sonora y el grito de guerra de todos los grandes momentos vividos. No recuerdo una sintonía tan repetida y tan bien acogida por la afición en una competición de este tipo. Y en parte gracias a ella, efectivamente pudimos.

La música nunca saldrá de nuestras vidas.

Con la música a otra parte

Ayer me mudé de ciudad, después de 12 años en Pamplona. Vuelvo al País Vasco.
Tiene gracia, pero creo que mi querido Pelícano se enterará por La vida en la ciudad de este cambio de aires.
Como no, han emergido en mi cabeza distintas bandas sonoras durante esta última semana.
En primer lugar, los tres grupos imprescindibles para mí, que acompañaron mi llegada a Navarra: Pixies, Nirvana y Pearl Jam. Posteriormente, tras el entierro definitivo del grunge, Radiohead, Beck, los Smashing del Adore, Los Planetas, Belle and Sebastian, Nosotrash, etc.

Cuando parecía que ya no había solución de continuidad, aparecieron nuevos grupos de comienzo de milenio, demostrándome que la música es eterna y que nunca morirá. Muse, The White Stripes, System of a down, Franz Ferdinand, The Hives y un largísimo etcétera catapultaron mi ánimo hasta elevadas cotas.

Por eso, ayer por la tarde, cuando entraba en Bilbao, puse al azar una canción. ¿Cuál sería mi primera banda sonora? Subí el volumen. Y comprendí una vez más que nuestras vidas son las notas de una gran sinfonía. La sinfonía de un Compositor que nos coloca en las diversas partes del pentagrama para que la melodía finalmente tenga sentido.

Sonaba en la radio "Expectations" de Belle and Sebastian.

viernes, 20 de junio de 2008

La mente del monstruo

He vuelto a hacerme con un reproductor portátil de música. Sucedió la semana pasada, merced de un préstamo a medio plazo por parte de mi hermana a cambio de una suculenta donación de quien aquí firma, para que la chiquilla pueda irse a Menorca con sus amigas (viendo la foto yo me iba con ellas). En el fondo lo del “préstamo” era lo de menos... Sin embargo he de decir que me ha venido bien, más que nada porque mi tan amado discman dejó de funcionar hace algunos días, aunque esto era ya un secreto a voces. Después de tantos años de fidelidad no se le podía exigir más al pobre.

Se trata de un Mp4 (aunque eso de “4” no me lo creo, ya que no hay ni rastro de la opción de vídeo) flamante marca Kaise. Ahora entiendo porque es de propaganda, porque la autonomía de la batería es de algo menos de media hora. ¡Casi ni me da para el trayecto matutino completo!

Le he metido de todo. Desde los últimos hypes (Blood red shoes, Pete and the Pirates, MGMT o The Ting Tings), pasando por los de siempre (Oasis, New Pornographers, Planetas, Death Cab), nuevos himnos (Ellos, The Sounds, Airbag, Exploding Hearts) hasta los clásicos inmortales (The Kinks, Violent femmes, Ramones o los Zombies).

Pero este post va ir dedicado al ex – Surfin´ Bichos, Fernando Alfaro y a su proyecto en solitario antes de Fernando Alfaro y los Alienistas. Me refiero claramente a Chucho. Casi me decanto por su tema Revolución en honor a Brigitte, pero finalmente hablaré de La mente del monstruo, incluido en el Ep homónimo publicado en 2004.

Es curioso, pero caminando por la ciudad con su potente riff inicial, su irónica y chulesca letra con ese punto canalla y su estribillo pegadizo y rompedor reventando tus oidos, te sientes infinitamente superior al resto de gente que se va cruzando por tu camino. La sensación es parecida a la del vídeo del tema de The Verve, Bitter sweet symphony pero con una letra en castellano que da mucho más sentido a los numeritos de Richard Ashcroft.

Claro que esto es una mera emoción y arrebato pasajero, fruto de la magia de la música. Nadie me lo podrá negar con semejante letra. Probablemente la gente que haya a mi alrededor mientras voy escuchado La mente del monstruo, me de mil vueltas en todos los sentidos, pero esos tres minutos de euforia no te los quita nadie. Ahora bien, si tras el extasís canino pasamos por ejemplo a A rose for Emily de los Zombies, las sensaciones se tornan por completo hacia un mundo optimista en el que el amor verdadero es posible. O si pasamos a Blister in the sun de Violent femmes, nos veremos en un carretera infinita de la america profunda repleta de inconformismo y entusiasmo subterráneo.

Realmente, sí que es complicado eso de bailar sobre arquitectura...



"Es mi ambición
ser el mejor,
gastar el tiempo ganando dinero al por mayor,
conseguir para mí
lo de los demás,
el sonido de mi mente es diferente de lo normal".

miércoles, 4 de junio de 2008

Portishead: The Rip


Nunca supe definir qué era el trip hop. Sí que puedo decir que cuando el grunge había muerto y el britpop no saciaba nuestras ansias musicales, surgió un melancólico y nostálgico género musical que era descendiente del indie, la música ambient y del techno. ¿Sí? No sé.

Lo que sí supe era que esas melodías tan sutiles me traspasaban y me producían una auténtica catarsis. Era como esuchar nanas a plena luz del día.

Todavía recuerdo Numb, Sour Times y Glory Box de Portishead, y Teardrop y A Prayer For England de Massive Attack. En una época de vacío musical (solo encontraba sentido en Radiohead y Los Planetas), encontré mi mejor consuelo: canciones aparentemente inocentes que te mordían el alma.

Hace una semana, pude escuchar en Radio 3 uno de los temas del tercer disco de Portishead: Third (publicado diez años después de su segundo trabajo). Relajé los músculos y entorné los ojos, disfrutando de la voz de Beth Gibbons. Me fui lejos con la memoria. Y di gracias de que hubieran vuelto.